
Esperanza Medina Uranga y Antonia Maturana Heinrich
Alumni Pedagogía en Educación de Párvulos
¿Dónde trabajan actualmente y desde hace cuánto tiempo?
Actualmente trabajamos en el Jardín Infantil Ganbaru, ubicado en San Carlos de Apoquindo. Nuestra amistad comenzó en la universidad, donde además de compartir la carrera descubrimos una pasión en común: emprender. Participamos en ferias de la UDD, siempre soñando con tener un proyecto propio ligado a la educación. Tras egresar, cada una inició su camino en distintos colegios y jardines infantiles, lo que nos permitió adquirir experiencia en el trabajo con niños y en el funcionamiento de estas instituciones. En 2023 decidimos dar el gran paso: comenzamos la búsqueda del lugar que daría vida a nuestro sueño. Finalmente, en enero de 2024 recibimos con mucha emoción al primer grupo de niños que se integró a Ganbaru.
Lo que hace único a nuestro jardín es el ambiente cercano y familiar que hemos creado, donde cada niño y su familia son parte fundamental de la comunidad. Nuestro enfoque está puesto en la educación integral, fomentando la autonomía, la creatividad y el cariño como base del aprendizaje.
Nos motiva ver que nuestro proyecto no solo refleja la formación y los valores que recibimos en la UDD, sino que también permite devolver a la comunidad universitaria parte de lo aprendido, al recibir estudiantes en práctica y colaborar en su formación profesional. Este reconocimiento refuerza nuestro compromiso de seguir creciendo y aportando con pasión, creatividad y dedicación al mundo de la educación parvularia.
¿Cómo describirían su rol en esa institución u organización?
Somos fundadoras, directoras y educadoras de párvulos. Actualmente estamos a cargo de los niveles medio menor y medio mayor, lo que nos permite trabajar directamente en sala y acompañar de cerca el desarrollo de los niños.
Emprender ha sido un camino desafiante y muy enriquecedor. Al comienzo tuvimos que ocuparnos de todas las áreas: desde lo administrativo, la publicidad y la contabilidad, hasta la higiene, planificación y difusión. Pero justamente ese proceso nos enseñó a valorar cada detalle y a entender que un proyecto como este requiere no solo conocimientos, sino también entrega y mucho amor.

El nombre de nuestro jardín, Ganbaru, significa “dar lo mejor de uno mismo”, y refleja exactamente lo que buscamos transmitir. Ese espíritu nos motiva a trabajar con pasión y compromiso, tanto por los niños como por las familias que confían en nosotras.
Lo que más disfrutamos de nuestro rol es ver los avances de los niños día a día, acompañarlos en sus logros, y crear un espacio donde se sientan seguros, felices y motivados a explorar. Nuestro sueño es seguir creciendo como comunidad, consolidando a Ganbaru como un lugar que inspire a más familias y que contribuya al desarrollo pleno de cada niño que pase por nuestras salas.
¿De qué manera la formación que recibieron en la UDD les ayudó a obtener este trabajo y desempeñarse en él?
Valoramos especialmente que la universidad ofreciera prácticas desde el primer semestre, ya que eso nos permitió descubrir y fortalecer nuestra vocación muy temprano. Fue una experiencia variada, en diferentes contextos, que nos ayudó a definir qué aspectos queríamos replicar y cuáles mejorar en nuestro ejercicio profesional. Sin duda, esas vivencias fueron fundamentales para darle forma al proyecto educativo que hoy lideramos.
¿Dónde se imaginan en su desarrollo profesional dentro de 5 años?
Nos proyectamos en Ganbaru, pero con mayor experiencia, innovación y nuevas oportunidades de crecimiento. Soñamos con consolidar un equipo comprometido, seguir trabajando junto a familias que comparten nuestra visión y mantener vivo el espíritu de nuestro nombre: Ganbaru, que significa “dar lo mejor de uno mismo”.

¿Qué consejo le darían hoy a los estudiantes que están en la carrera para proyectar mejor su futuro laboral?
Nuestro consejo es que sean observadoras y sepan rescatar lo positivo de cada experiencia para replicarlo en su camino profesional. Que se atrevan a ser proactivas, creativas y a aprender constantemente de los equipos con los que trabajan. La educación de párvulos implica muchos desafíos y requiere una disposición abierta tanto hacia los niños como hacia sus familias, siempre entregando herramientas personalizadas que respondan a sus necesidades.
También es clave apoyarse en equipos multidisciplinarios —terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, psicólogos, entre otros—, porque juntos se logra un desarrollo más integral para los niños. Y, por último, las invitamos a proyectarse en grande y atreverse a emprender. Para nosotras, concretar nuestro propio jardín infantil ha sido una de las decisiones más significativas y gratificantes de nuestra vida profesional.