La humanidad se adentra en el abismo de la inteligencia artificial. La rapidez vertiginosa de sus avances arroja numerosas cuestiones prácticas y éticas, a las que el mundo educativo no es ajeno. Uno de los aspectos primordiales es qué lugar debe ocupar el ser humano frente a la nueva tecnología.
«La IA está haciendo profundos y paradigmáticos cambios en la forma de relacionarnos, en la forma de crear conocimiento, de relacionar datos, de crear narrativas», dice a DW Eugenio Severín, director ejecutivo de la organización chilena sin ánimo de lucro TuClase. «No sabemos el potencial que va a alcanzar y, por lo tanto, hay que poner mucha atención para cuidar que prevalezca el dominio humano, es decir, que la última decisión responsable respecto a su uso sea siempre ejercida por los humanos», prosigue Severín.
El reto básico de la infraestructura
Y si hay un sector en cuyo núcleo está presente el elemento humano, ese es el de la transmisión de conocimiento, la educación. ¿Qué retos implica el uso de una herramienta con tanta capacidad transformadora? «El gran desafío para América Latina es asegurar las condiciones tecnológicas que permitan aprovechar el potencial de la IA, porque sin conectividad adecuada, la brecha se amplía y no todos los establecimientos podrán acceder a estos beneficios», comenta a DW Soledad Ortúzar, directora ejecutiva del Centro de Innovación en Liderazgo Educativo de la Universidad del Desarrollo en Chile.