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El Mercurio | Gilda Bilbao comenta resultados del estudio de uso de IA entre docentes 

Pese a que el 64% de los profesores dice reconocer la utilidad de la inteligencia artificial (IA) en su labor, solo uno de cada tres (32%) planea incorporarla de forma sistemática a sus clases.

Esa es una de las conclusiones del estudio nacional sobre la adopción de IA entre docentes en ejercicio que desarrolló la U. del Desarrollo en colaboración con la Fundación Irarrázaval, y que, entre otros resultados, también señala que los hombres tienen mayor intención de uso que las mujeres, así como los docentes de áreas STEM (ciencias, tecnología y matemáticas) frente a los de humanidades. Aquellos profesores que suman más de 20 años de experiencia muestran menor disposición que los más jóvenes a utilizarla.

“Estamos ante una fase inicial de adopción donde (los docentes) están todavía explorando”, comenta Gilda Bilbao, académica de la Facultad de Educación de la UDD, quien agrega que otro descubrimiento de la investigación es que la ansiedad tecnológica es la principal barrera para la adopción: 20% de los encuestados declara altos niveles de dicha sensación, que se manifiesta en forma de temor, inseguridad, nerviosismo, tensión e incomodidad, además de preocupación por cometer errores. Esta ansiedad tecnológica se vincula especialmente a aspectos éticos y de control.

“Tienen dudas respecto a temas de integridad académica, de uso de datos y de la posibilidad de que se produzca una dependencia desmedida; que haya una especie de pérdida de control”, explica la académica con base en los datos de la investigación, para la cual se trabajó con 351 docentes en ocho regiones del país.

“Hay que tener una actitud más proactiva”, continúa Bilbao. En un mundo donde la tecnología avanza a pasos acelerados, es necesario que quienes forman a las nuevas generaciones no se queden atrás: la especialista recomienda impulsar talleres especializados, mentorías entre pares —donde los profesores con más experiencia guíen a aquellos con dudas— y “que exista un relato institucional. Es decir, una política que sea responsable y que surja desde las propias instituciones, no solo del profesor que quiere hacerlo. Tiene que ser algo mediado”.