En la semana donde se conmemora el Día del Juego, recordemos una verdad tantas veces olvidada: los niños aprenden jugando.
Esta actividad tiene que ser libre, exploratoria, imaginativa y en contacto con la naturaleza y el entorno. Que no ocurra solo en momentos de recreo, en las plazas o los findes de semana. Si no que se convierta en el contexto del aprendizaje formal. Al jugar los niños descubren el mundo, ensayan la realidad, resuelven problemas, desarrollan su creatividad y habilidades socioemocionales. Es importante vincularlo a instancias pedagógicas, ricas para poder observar, conocer e incluso evaluar a los niños.
Si de verdad nos importa la infancia, comencemos por devolverles su derecho a jugar.
María Luisa Salazar Preece, directora de Pedagogía en Educación de Párvulos Universidad del Desarrollo