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Carta al director de Trinidad Ríos y Gilda Bilbao en Heraldo Linares / Más aprendizaje, ¿menos pantallas?

En la última semana, en algunos grupos de WhatsApp de apoderados, en las charlas en colegios, a la salida de la hora de clases y hasta en la sobre mesa del fin de semana, se discutió mucho un mismo tema: la medida que algunos centros educativos del país han tomado al prohibir el uso de celulares durante toda la jornada escolar. Para tomar esta decisión hay que ver los pros y los contras.

En Chile, ocho de cada diez niños tienen celular desde los ocho años, lo que sin duda puede tener efectos positivos en relación con una comunicación y conexión permanente. Sin embargo, un excesivo uso (y abuso) de las pantallas tiene consecuencias indeseadas. La evidencia indica que aprendemos social y emocionalmente a través del contacto y de la interacción con otros seres humanos, estas interacciones van moldeando los circuitos cerebrales por lo que resulta muy inquietante que pasen horas conectados a sus pantallas y desconectados de sus pares. Por lo que tenemos la responsabilidad de moderar estos riesgos.

Asimismo, la comunicación a través de los dispositivos móviles, se caracteriza por el anonimato y la ausencia de comunicación no verbal, lo que puede llevar a una falta de claridad en cuanto a los límites entre el espacio público y el privado, además de falta de comprensión de la intimidad. En cambio, la comunicación cara a cara permite una mayor exposición frente al otro, una entrega del mensaje de manera más completa, donde se pueden percibir aspectos como las expresiones y la entonación de la voz. Elementos como estos, permitirían al receptor un entendimiento más profundo de lo que el emisor quiere expresar y establecer una conexión más cercana y auténtica.

Por tanto, promover el cara a cara, sobre todo en espacios recreativos de los alumnos, es indispensable, ya que les permitiría a los estudiantes abrir nuevas oportunidades de establecer vínculos y desarrollar habilidades sociales como la empatía, fortaleciendo la comunicación efectiva. Ahora bien, prohibir de plano el uso de las pantallas durante la jornada escolar debe ir necesariamente acompañada de buenos argumentos y seguimiento para constatar los efectos positivos. De nada sirve prohibir, sin educar sobre sus consecuencias y efectos, menos a nativos digitales.

Por otro lado, impedir completamente el uso de los celulares en el colegio en toda la jornada escolar, también puede jugar en contra. La tecnología puede ser una herramienta para fortalecer el aprendizaje a través de la gran diversidad de material interactivo y aplicaciones que puede utilizar el profesor, siempre como un medio para aprender mejor. Por lo tanto, resulta clave fomentar el uso responsable, equilibrado y principalmente educativo de los celulares u otras pantallas.

Sea cual sea la decisión de los establecimientos, es bueno que la comunidad educativa converse estos temas y tome una decisión con argumentos en mano y teniendo en cuenta qué quieren privilegiar en pro de su propio contexto.

Trinidad Ríos, Directora Pedagogía en Educación Básica, UDD 
Gilda Bilbao, Directora Programa de Formación Pedagógica, UDD

Ver carta en Heraldo de Linares.