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[Columna] Kínder obligatorio y bilingüe

El año pasado el Senado rechazó el kínder obligatorio, a pesar de que toda la evidencia muestra que es una medida que mejora un problema grave en este nivel, que se conoce como ausentismo crónico. Los niños y niñas faltan en promedio dos meses al año, lo que no ocurre en primero básico, nivel que en nuestra cultura es considerado un curso «importante».

Junto al problema de ausentismo crónico, en este nivel comienzan a gestarse brechas de oportunidades de aprendizaje, una de ellas es el bilingüismo. Como se sabe, en Chile los únicos jardines infantiles con educación bilingüe inglés- español son pagados y, desde luego, no hay evidencia alguna que demuestre que un niño solo por el hecho de vivir en un contexto vulnerable no pueda comenzar a aprender otro idioma, que luego debiera profundizar en la educación básica y media.

Los nuevos contextos de la sociedad del conocimiento requieren lectores, escritores y oradores expertos en todos los ámbitos. Y, además, que puedan desplegar estas habilidades idealmente en más de un idioma o sistema lingüístico.

El desarrollo de habilidades bilingües se constituye en una competencia clave, ya que las exigencias del siglo XXI requieren la comunicación entre diferentes culturas y entre diferentes disciplinas. Así mismo, los profesionales, y desde luego los profesores, se ven enfrentados a nuevas prácticas, a nuevos textos y a nuevos contextos caracterizados por la multiculturalidad y el multilingüismo.

Así mismo, el manejo de dos o más sistemas lingüísticos permite una mejor comprensión del otro, de las diferencias y la diversidad cultural. Así como el conocimiento de otras culturas, formas de pensamiento y maneras de concebir el mundo; cuestión crucial a la hora de mejorar la convivencia ciudadana.

El aprendizaje de lenguas también contribuye al desarrollo de destrezas socioemocionales relacionadas con la conciencia social (toma de perspectiva, empatía, valoración de la diversidad y respeto por los otros) y la capacidad de relacionarse con otros a través de la comunicación, en tanto permite reconocer y desplegar recursos/soportes de la cultura, la comunidad, la familia y la escuela (Patricio, M. S. 2011).

Si queremos acortar la brecha de oportunidades, el manejo de un segundo idioma que comience en kínder, y continue en básica y media, nos permitirá avanzar en la dirección correcta y por eso cobra fuerza el requerimiento por una formación integral, que considere el desarrollo de habilidades de lectura, escritura y oralidad en lenguas primeras, segundas o terceras.

No hay nada más importante hoy en Chile que tener una educación escolar y preescolar de calidad para todos los niños, niñas y jóvenes y la obligatoriedad del kínder, junto al aprendizaje temprano de un segundo idioma, se orientan en esa dirección.

Esta columna fue publicada originalmente en Cooperativa.cl