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Actualidad

[Columna] Marie Kondo y el currículum nacional

M. Josefina Santa Cruz
Decana Facultad de Educación UDD

La pandemia ha disminuido el tiempo y los recursos disponibles para enseñar el currículum. Ante esta realidad, quienes trabajan en la Unidad de Currículum y Evaluación (UCE) supieron leer rápidamente las circunstancias y propusieron uno prioritario, el cual se sostiene sobre tres principios: seguridad, flexibilidad, y equidad. En la fundamentación del proceso, los autores insisten en que los colegios adquieran un rol protagónico y adapten el currículum de acuerdo a las necesidades de su comunidad.

Tenemos mucho de que estar orgullosos. En primer lugar, este currículum prioritario da cuenta de un sentido de realidad profundo, que admite que el ideal no es idóneo para toda circunstancia.

Por supuesto que querríamos enseñarlo tal como lo habíamos pensado; todo lo que había en la planificación anual estaba ahí por una razón.

Sin embargo, tal como explica Jal Mehta (profesor de la escuela de educación de Harvard) en su columna sobre currículum en tiempos de COVID-19, las circunstancias nos obligan a “Marie Kondear” el currículum. Y eso es justamente lo que se hizo con el prioritario.

No es fácil elegir qué enseñar y qué dejar ir. Para orientar este proceso, el currículum prioritario pone atención especial a aquellas habilidades indispensables e imprescindibles. Lo indispensable es todo aquel aprendizaje que se ordena en una secuencia donde el paso actual es preciso para continuar con el paso siguiente.

Por ejemplo, aprender a sumar es indispensable para aprender a multiplicar, así como aprender a decodificar lo es para aprender a leer.

Lo imprescindible es el aprendizaje de todo aquello que, por su carácter integrador y significativo, se aplica en múltiples contextos y realidades. Por ejemplo, saber plantear hipótesis o distinguir la validez de una fuente son habilidades útiles para todo tipo de investigación.

Además, el currículum prioritario reconoce las necesidades socio emocionales y prácticas de nuestros estudiantes.

Por ello, sugiere que los objetivos de aprendizaje de las asignaturas de Orientación y Tecnología se prioricen a la par de la lectura y las matemáticas, porque en estos tiempos de vulnerabilidad e incertidumbre los niños necesitan espacios de contención emocional y de habilidades tecnológicas que les permitan conectarse con sus pares y sus profesores.

Lejos de ser arbitraria e irreflexiva, la fundamentación del currículum prioritario está alineada a la teoría curricular que proponen pensadores como David Perkins, profesor emérito de Harvard, quien ha dedicado su vida al estudio de la comprensión profunda. Según Perkins, el currículum debe relacionarse amplia y fácilmente con las vidas de los estudiantes.

Esto significa no solo ajustar el currículum de acuerdo con la pregunta, “¿qué vale la pena aprender?”, sino también hacer esfuerzos explícitos para demostrar cómo lo que contiene el currículum es pertinente, significativo y digno de ser aprendido en profundidad. Así, la fundamentación del currículum prioritario es casi tan importante como el currículum mismo.

El currículum prioritario sostiene que no será posible “rellenar” lo que decidimos excluir una vez que retomemos la escolaridad presencial. Según el documento de fundamentación, su versión completa se retomaría recién en marzo de 2022. Lo primero es asegurarnos de que los estudiantes dominan los aprendizajes indispensables, y para ello bien vale la pena dedicar el 2021.

El currículum prioritario nos ha hecho mirarlo con ojo crítico y nos ha ayudado a identificar lo indispensable e imprescindible, particularmente en términos de habilidades.

Nuestro desafío como educadores será llevar lo aprendido en esta pandemia más allá de la cuarentena. Hagamos que el currículum no pierda de vista la conexión con la vida y las necesidades del estudiante; no dejemos que el clóset se atiborre de ropa que nunca vamos a usar.

Columna originalmente publicada en Cooperativa.cl