Al comenzar un nuevo ciclo académico, y sobre todo uno con tanta incertidumbre y necesidades de adaptación como el que estamos viviendo actualmente, preguntarnos acerca de cómo aprender mejor cobra relevancia para estar mejor preparados al enfrentarnos al aprendizaje de contenidos complejos.
En este marco, podemos afirmar que aprender implica conjugar dos tipos de pensamiento: el enfocado y el difuso. Puede ser que asociemos la actividad de aprender con una actitud de concentración o modo enfocado. Sin embargo, también cuando cambiamos de modo, a uno de relajo y tranquilidad -modo difuso– estamos aprendiendo.
Ambos tipos de pensamiento son indispensables al momento de aprender, construir una nueva estructura neuronal requiere necesariamente “ejercitar los músculos”, esforzarse con determinación, pero también supone cultivar momentos de relajo y apertura.
Ahora bien, ¿cómo podemos equilibrar ambos tipos de pensamiento? Una forma adecuada para estudiar y aprender contenidos nuevos, consiste en la técnica de los “25 minutos”. Debes programar tu celular, por ejemplo, para que luego de 25 minutos suene la alarma. Durante ese tiempo debes concentrarte en tus tareas, apartando cualquier tipo de distracción. Luego de escuchar el sonido de la alarma, avisándote que el tiempo ha transcurrido, cambias al modo difuso: te relajas, haciendo una actividad placentera como tomar aire, caminar, escuchar una canción, cerrar los ojos y respirar, tomar un café, etc. Estos minutos (pueden ser unos 15) de pensamiento difuso te permitirán “ensamblar el aprendizaje”, conectar las nuevas ideas con las que ya tenías y en algunas ocasiones dar espacio a ideas creativas, ideas que surgen en momentos de tranquilidad y relajo. Posteriormente, retomas otros 25 minutos de modo enfocado.
¿Sabías que Salvador Dalí, un genial pintor surrealista del siglo XX solía relajarse en una silla y dejar que su mente estuviera libre, pensando vagamente en el algo en lo que se había concentrado previamente? Dalí solía tener una llave en su mano, moviéndola justo por encima del suelo cuando comenzaba a entrar en sus sueños, al quedarse dormido la llave se caía de su mano y el ruido lo despertaba justo a tiempo para que pudiese recoger esas conexiones e ideas difusas que estaban en su mente. Después regresaba al modo concentración, incorporando las conexiones nuevas que había hecho mientras estaba en el modo difuso. Este mismo hábito tenía el inventor Thomas Alba Edison.
Junto con combinar estos modos de pensamiento, te recomiendo realizar “prácticas de repetición” del nuevo aprendizaje. Estas prácticas deben estar espaciadas a lo largo del día y durante varios días, de esta manera lograrás consolidar eficientemente la nueva información, no conseguirás mucho repitiendo el nuevo aprendizaje veinte veces seguidas. Además y tal como sabemos, es durante el sueño cuando se colocan en orden las ideas y experiencias de aprendizaje, entonces si repasas antes de dormir es mucho más probable que consolides ese nuevo aprendizaje.
Junto con dar espacio y tiempo al pensamiento enfocado, al pensamiento difuso, a las prácticas de repetición o repaso, es fundamental habitar en ambientes enriquecidos, que tal como sabemos favorecen la conexión neuronal. Estos ambientes se caracterizan por sacarnos de lo conocido, por cuestionarnos, distraernos: leer una buena novela, realizar actividades recreativas, colaborar con otras personas, estar cerca de la naturaleza, conectarte contigo, etc. Recuerda que aprender implica cultivar una “mente de principiante”, mirar las cosas como si fuese la primera vez.
Gilda Bilbao
Directora Programa de Formación Pedagógica
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