Marisol Besa
Coordinadora Área Inglés
Facultad de Educación UDD
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Durante los últimos años ha habido un gran interés en el mundo por el número de niños que están aprendiendo inglés, especialmente por la ventaja que los padres ven que sus colegios ofrezcan esta posibilidad durante los primeros años de escolaridad.
De acuerdo a la autora Joan Shin (2014) el aprendizaje de este idioma en menores ha experimentado un rápido crecimiento durante las últimas décadas. En base a estudios realizados en 77 países, el 82% comienza la enseñanza de inglés en el ciclo básico, y el 67% entre prekínder y tercero básico.
Existen muchas ventajas para el aprendizaje temprano de una segunda lengua. Según la autora Annamaria Pinter (2006), la introducción de un nuevo idioma en el currículum escolar es una fuente de estímulo para el desarrollo de la curiosidad y la motivación. Asimismo, Shin señala estudios que muestran que los menores pueden desarrollar una pronunciación nativa del inglés, seguridad en su competencia oral, y altos resultados en conocimiento de morfología y sintaxis.
De acuerdo al Centro de Lingüística Aplicada de Estados Unidos, existe evidencia de ventajas que puede traer el aprendizaje de una lengua en niños, teniendo “un efecto positivo en el crecimiento intelectual; desarrollan mayor flexibilidad de pensamiento; mejora la comprensión de su lengua nativa; abre las puertas a otras culturas y permite una mayor comprensión sobre las personas de otros países” (en Curtain & Dahlberg, 2010, p. 435).
En tanto, en un estudio realizado por Elizabeth Webb, se describen los beneficios del aprendizaje de un segundo idioma. “Mejor desempeño en otras habilidades básicas como matemáticas y lectura, mejor capacidad de resolución de problemas, desarrollo de habilidades de orden superior y mejores habilidades de comunicación”. No obstante, estas ventajas dependen, principalmente, de la intensidad de la enseñanza y la calidad del docente, especialmente en un contexto de lengua extranjera.
Las ventajas obtenidas en los niños en relación a la pronunciación, sintaxis y vocabulario están estrechamente relacionadas con la calidad del “input” o información y el rol del docente, que será de extrema relevancia.
La idea de “input”, comprensible del autor Stephen Krashen (1982) para un aprendizaje de idiomas exitoso, está estrechamente conectada con la habilidad lingüística de los profesores, como lo postula Gibbons (2015), quien explica que no es lo mismo un “input” simplificado a que, como erróneamente se ha creído, los profesores de educación básica tengan un bajo nivel de competencia para realizar clases en los primeros años en contextos de lengua extranjera. Por el contrario, los programas de educación debieran dar la oportunidad de mejorar la competencia del idioma en los futuros docentes ya que esto tiene un impacto en la calidad de las interacciones con sus alumnos, y así aprovechar al máximo el tiempo en los contextos donde realizan su labor.
Los docentes deben ser modelos lingüísticos y tener recursos ricos para construir sobre la experiencia previa de los alumnos y realizar andamiaje para que los estudiantes accedan al nuevo idioma. Según Richards (2012) el profesor de inglés debe ser capaz de retroalimentar y entregar información de manera fluida, ya que si no cumple con estas características será menos seguro de sí mismo, se apoyará más en textos y no será capaz de interactuar en forma espontánea en la clase, una dimensión muy importante en la enseñanza del inglés.
Los Estándares Orientadores para profesores de inglés señalan que los profesionales, tanto de educación básica como de educación media, deben alcanzar un nivel C1 o nivel avanzado para poder realizar clases en cualquier contexto.
Las estrategias que ayudan en el aprendizaje de una lengua extranjera son el tener la mayor cantidad de exposición al idioma posible. Idealmente, estar expuestos diariamente por medio de clases y de otras asignaturas dictadas en este mismo idioma, que el profesor no hable en español durante la clase, y que los alumnos tengan lectura variada en esta lengua como parte del currículum.
Fuera de la sala de clases, lo ideal es que los alumnos tengan la posibilidad de escuchar inglés por medio de películas, series, música y juegos, leer textos variados como revistas, cómics y novelas, y dentro de lo posible interactuar con extranjeros. Finalmente, la exposición directa es la mejor forma de aprender una lengua extranjera y, es por eso, que experiencias de intercambio son de gran ayuda.