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Actualidad

Profesionalismo en la formación inicial docente

Trinidad Ríos S.
Directora Pedagogía en Educación Básica con mención Inglés
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Ya es una certeza que los resultados académicos escolares en Chile y el mundo, dependen principalmente de dos variables: la calidad de sus profesores y el contexto socioeconómico y cultural de las familias. Un tercio del éxito académico, dependería del primer elemento (Hattie, 2003), responsabilizando en parte a la formación inicial docente de marcar la diferencia en el aprendizaje de los escolares, y en la misma proporción, convertirse en el problema o la solución de la educación.

En base a esta premisa, los países han impulsado una serie de reformas asociadas a la formación del profesorado; entre ellas, la elaboración de estándares para acreditar a las instituciones que asumen esta tarea y aquellos que definen las competencias que deben desarrollar los futuros docentes durante su trayecto académico. Este listado, se traduce en diversas exigencias que han complejizado la función del profesor, que ha debido sofisticar sus metodologías pedagógicas, atender a la diversidad, mejorar los resultados académicos y prestar atención al ámbito social de cada uno de sus estudiantes.

Las pedagogías han debido conscientemente asumir este desafío y para ello han optado por una diversidad de currículos que les permitan cumplir con estos requisitos. Lo que pareciera aún no estar lo suficientemente resuelto, es la capacidad para solventar la formación de la “profesionalización docente”, comprendida como la facultad de tomar decisiones de forma autónoma, responsable y entendiendo que cada acto tiene consecuencias y que ellas pueden impactar su desarrollo profesional y más importante aún, el aprendizaje de los niños que atiende. Respecto a lo segundo, inculcar en los estudiantes de pedagogía, un sentido ético del “ser profesor”, en el que se consideren aspectos de comportamiento personal y compromiso profesional.

Este componente trascendental en el periodo de formación de un futuro profesor, debiera ser explicitado en las mallas curriculares ofrecidas por las diferentes casas de estudio y además, ser trabajado durante todos los años que un estudiante se está preparando para ingresar a un aula escolar. Por otra parte, definir las metodologías adecuadas para poder evaluar aquellos desempeños que se espera que los alumnos de las facultades de educación representen, “buscando como fin último el desarrollo, aprendizaje y bienestar de los niños y jóvenes con los cuales trabajará” (Código de Profesionalismo Facultad de Educación Universidad del Desarrollo).

Países como Chile, Inglaterra y Holanda, han decidido incluir este ámbito en los estándares que debe reunir un estudiante para poder ser un profesor competente, siendo un llamado de atención a una dimensión que no había sido prioritaria, y que había transformado la profesión en solo una ocupación.

 

Referencias:
E Prats, Bordón. Revista de Pedagogía, 2016 – dialnet.unirioja.es
Hattie, J. (2003). Teachers make a difference: what is research evidence? Auckland, Australian Council for Educational Research Annual Conference on Building Teacher Quality.´
Código de Profesionalismo Docente de la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo.