Como profesores estamos constantemente evaluando los procesos de nuestros estudiantes y podemos reconocer en ellos cierta inseguridad y temor al momento de ser evaluados. Esas sensaciones pueden provocar que generen una barrera negativa frente a este proceso que tiene como fin potenciar su aprendizaje.
Existen diversas estrategias que permiten que la retroalimentación que realicemos se haga en un contexto de confianza, en donde el estudiante evaluado no sienta una presión autoritaria sobre él.
La autora Carla Finkelstein (2016), distingue diversos motivos por los cuales alguien puede resistirse a ser evaluado: miedo a ser juzgado, desconfianza de que lo que se comente será revelado a un superior, ansiedad, etc. Frente a este escenario, es fundamental iniciar la evaluación destacando que será un proceso de trabajo colaborativo, en donde juntos establecerán debilidades, fortalezas y plan de mejora. La principal característica que debe estar presente durante este proceso es demostrar evidencia de los aspectos que se evalúan.
Dentro de las estrategias encontramos:
Todos tenemos ciertas aprensiones al momento de ser evaluados, la transparencia, confianza y el reflejo de compromiso con el evaluado, hará que la retroalimentación y la evaluación sea un aporte al desarrollo y mejora de los procesos de aprendizaje.