Durante los últimos años ha habido un importante aumento en el número de niños que están aprendiendo inglés en el mundo. De acuerdo a Shin (en Celce Murcia, 2014) la enseñanza de inglés en los primeros años de enseñanza básica ha experimentado un crecimiento rápido a nivel mundial durante las últimas décadas. Estudios realizados en 77 países entre 2010 y 2011, muestran que el 82% de los países comienza con la enseñanza de inglés en primaria, el 66% en Prekinder y el 16% entre 4° y 6° grado.
En contextos de lengua extranjera, la razón para comenzar a una edad temprana es principalmente extender el periodo de tiempo de aprendizaje cuando hay poca exposición al idioma, así los alumnos tienen mayores oportunidades de lograr un mejor nivel de competencia lingüística del idioma cuando lleguen a adultos. Curtain y Dahlberg (2010) señalan que el tiempo es un gran aliado en el desarrollo de la competencia en el idioma. Las principales ventajas, de acuerdo a estudios con niños, muestran que estos desarrollan una pronunciación casi nativa, muestran confianza en sus habilidades orales, alta motivación y tienen mejores resultados en vocabulario y sintaxis (Shin en Celce Murcia, 2014).
De acuerdo al Centro de Lingüística Aplicada (CAL) (en Curtain y Dahlberg, 2010) comenzar en una edad temprana produce un efecto positivo en el desarrollo intelectual de los niños, mayor flexibilidad en el pensamiento, creatividad y mayor comprensión de la estructura del propio idioma. Elizabeth Webb también señala que los alumnos mejoran sus habilidades matemáticas y de lectura, solución de problemas y en habilidades comunicativas en general (en Curtain y Dahlberg, 2010). Asimismo, los niños pequeños se enfrentan al aprendizaje de un nuevo idioma en forma espontánea y con mayor naturalidad, y el cometer errores no los afecta mayormente, lo que les permite adquirir mayor fluidez. También desarrollan una actitud positiva frente al aprendizaje de un idioma y esto ayuda en el proceso para generar competencias interculturales y conciencia de globalidad.
En Chile, la enseñanza del inglés es obligatoria a partir de 5° básico y existe desde el año 2012 un currículum voluntario de 1° a 4° básico, con apoyo de programas y textos para los establecimientos escolares que decidan por la enseñanza temprana del idioma. La evidencia que arrojó el Simce (2011) en una encuesta a los profesores, padres y apoderados, indica que cercano al 60% de los colegios, a pesar de no existir un currículum obligatorio en inglés, ha adoptado la enseñanza del inglés en sus horas de libre disposición.
Los resultados de la prueba tomada en III° medio (Simce 2013) reflejan la enorme brecha que existe en el aprendizaje de este idioma dependiendo del nivel socioeconómico de los estudiantes. Un 18% de los alumnos aprobó y recibió la certificación; de ellos un 83,3% de alumnos pertenece al grupo socioeconómico alto, mientras que en el estrato más bajo solo el 0,8% logra aprobar. En tanto, en el nivel socioeconómico medio el 15,9% obtiene ese resultado.
Asimismo, esta prueba comprobó que los estudiantes que tienen más horas de inglés y que tuvieron clases del idioma en los primeros niveles escolares, obtienen mejores resultados en el Simce. De hecho, el 25% de quienes alcanzaron la certificación iniciaron sus clases de inglés en Kinder y Prekinder, o en el primer ciclo básico (1° a 4° básico). Mientras sólo el 8% de quienes comenzaron su aprendizaje entre 5° y 8° básico, y el 4% de quienes lo hicieron en la enseñanza media, lograron el mismo resultado. Estos factores son relevantes si se considera que en Chile la enseñanza de este idioma solo es obligatoria a partir de 5° básico y por tres horas a la semana. Sin embargo, autoridades y especialistas sostienen que para aumentar las horas de inglés y adelantar su enseñanza a partir de los primeros niveles educacionales, primero se deben implementar medidas para mejorar la calidad de los profesores que imparten esta asignatura. Esto debido a que, según un estudio del ministerio, un tercio de los profesores de inglés no tiene el nivel de conocimiento necesario para enseñar el idioma de forma adecuada. Se suma a esto que casi la totalidad de los programas de Pedagogía en Inglés en nuestro país preparan a profesores para enseñar en Enseñanza media y no en básica.
Internacionalmente se ha asumido esta necesidad y el segundo idioma, e incluso un tercero, es parte de una gran proporción de currículums en el mundo, y por tanto parte de la oferta universitaria. Se ha invertido en ampliar y enriquecer la formación de profesores de inglés para enfrentar el desafío de comenzar a una edad más temprana, especialmente en contextos donde no hay muchas oportunidades de encontrar el idioma inglés fuera de la sala de clase.
¿Por qué en nuestro país no asumimos este desafío? Existe una urgencia y no avanzamos. Frente a este cuestionamiento y severa afirmación, es fundamental partir reconociendo la importancia de que “todos” requieren aprender este idioma. No es un idioma para una elite, es una herramienta fundamental que debe manejar todo niña(o) y joven en Chile. Hoy por hoy, saber inglés en nuestro país se encuentra concentrado en ciertos grupos privilegiados, que asisten a colegios privados y bilingües. El desafío de que las nuevas generaciones hablen inglés sin importar el tipo de educación que reciban, radica tanto en las posibilidades que éste abre en un mundo globalizado, como en la importancia para el desarrollo cognitivo de los estudiantes. Tomar el desafío requiere de una política de estado consistente pero a su vez de Universidades que comprendan profundamente esta realidad y necesidad y estén dispuestas a asumir con responsabilidad y riesgo la enseñanza del inglés.