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La Educación Continua del profesorado es una necesidad creciente

El debate nacional respecto de la calidad de la educación es amplio y multidimensional, en ocasiones somos testigos de la gran diversidad de perspectivas desde donde se analiza. Sin embargo, pareciera haber un acuerdo respecto del rol que juegan los profesores en el tránsito, desarrollo y profundización de la calidad educativa.

En el conocido informe Nº 41 del Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe (PREAL), se presenta un cuadro que muestra la incidencia de la calidad docente sobre el desempeño de los estudiantes: “un docente con alto desempeño incrementa en más de 50 puntos los resultados de aprendizaje de un alumno”.

Considerando esta evidencia, además de otros aportes teóricos que sitúan al profesor en un lugar privilegiado para activar y consolidar aprendizajes, debemos preguntarnos con urgencia acerca de los desafíos que presenta hoy la Educación Continua del profesorado: ¿Es pertinente a las necesidades nacionales y de los Centros Educativos? o ¿Incide el perfeccionamiento del quehacer docente en relación con los logros de aprendizaje de los estudiantes? Incluso, siendo la oferta tan amplia, variada y atractiva, ¿logra los efectos esperados?

De acuerdo a un informe solicitado por el gobierno de Chile a la OCDE (2015), en el marco de la legislación sobre Carrera Docente, “la formación continua es un requisito esencial para reclutar y retener docentes de calidad”. Si bien en nuestro país un 72% de los profesores de colegios públicos y privados declara haber participado en cursos de capacitación en los últimos 12 meses, la cifra es inferior a los países OCDE, donde se alcanza un promedio cercano al 87%.

Si sumamos a estos antecedentes una mirada más global y a largo plazo, no debemos olvidar que hacia el año 2050 disminuirán los estudiantes de pregrado y aumentarán los profesionales adultos (mayores) en ejercicio. Entonces, resulta evidente que el acceso a un espacio de formación continua, que responda a las inquietudes, necesidades e intereses de las personas y en especial de los docentes, es y seguirá siendo una profunda necesidad.

Ahora bien, aun teniendo en cuenta el mediano y largo plazo, requerimos hoy alternativas de formación continua que colaboren en la retención de docentes de calidad, sobre todo en los colegios públicos con alta vulnerabilidad, es allá hacia donde debe apuntar nuestro foco. Para lograrlo debemos profundizar en la comunicación con los centros educativos de la red pública y privada, con el fin de generar alianzas de trabajo colaborativo que no se agoten con la presencia de los profesores en los cursos de perfeccionamiento, sino que se amplíen en un diálogo permanente, a través de sistemas integrados de acompañamiento en terreno.

Asimismo, en el contexto de la propuesta de Carrera Docente aparece la figura del profesor experto o tutor, quien tendrá como misión la orientación profesional de carácter inductivo de los docentes nóveles. Este nuevo rol profesional requiere de una sistematización de procesos que permitan efectuar una guía apropiada en la introducción del ejercicio docente, soporte teórico y metodológico que debería estructurarse en conjunto con las universidades bajo la forma de una formación continua con altos estándares de calidad.

El desafío que tenemos las universidades, particularmente las Facultades de Educación, está a la altura de las expectativas que la sociedad deposita en la educación como vehículo de movilidad social y desarrollo humano. La tarea es trabajar contribuyendo en la formación continua de los docentes en el ejercicio de su profesión, especialmente en los sectores sociales que más necesitan un acompañamiento efectivo y comprometido, pues tal como ya hemos dicho, un profesor con alto desempeño hace la diferencia.

Bernardita Hernández
Coordinadora Postgrados y Formación Continua
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