Este concepto tiene sus antecedentes ya desde el siglo XVIII, en la obra de Adam Smith y John Stuar, quienes señalaban que la educación influía en la mejora de la productividad de los trabajadores. Sin embargo, es a mediados del siglo XX que el economista Theodore Schultz (1961) introdujo con fuerza esta terminología, postulando que para el crecimiento económico de una sociedad, existe una variable además del Capital Físico; esta variable es la educación, transformándose por lo tanto, también en una inversión.
Luego el economista Gary Becker, discípulo de Schultz, se convierte en un referente obligado cuando hablamos de Capital Humano, publicando un suplemento sobre «La Inversión en Seres Humanos» (1962) en la revista Journal of Political Economy. Luego en la obra «Human Capital» (1964) desarrolla más este concepto, viéndolo como la inversión que hacen las personas en sí mismas, no sólo para obtener una satisfacción presente, sino también a futuro. Gary Becker entonces sienta con fuerza las bases sobre esta teoría, que desde el punto de vista de la economía se transforma en un fructífero terreno de estudio y permite entregar soluciones a algunas interrogantes que van surgiendo en las sociedades de libre mercado, agregando al concepto de Capital Físico, el de Capital Humano, afirmando:
Algunas actividades inciden fundamentalmente sobre el bienestar futuro; el impacto principal de otras tiene lugar en el presente. Algunas repercuten en la renta monetaria y otras en la psíquica, esto es, en el consumo. El navegar incide primordialmente sobre el consumo, la formación en el trabajo sobre la renta monetaria y una educación universitaria quizá sobre ambos (…) las actividades que repercuten sobre las rentas monetarias y psíquicas futuras a través del incremento de los recursos incorporados a los individuos, se denominan inversiones en capital humano (Becker, 1983, p.21).
En la medida que avanza el desarrollo de la cultura, este término de Capital Humano va evolucionando acorde a las nuevas teorías que van surgiendo, desde la psicología y la educación, entre otros ámbitos. Es así como, además del conocimiento declarativo o conceptual tan valorado en sociedades más bien industrializadas estudiadas por Becker, que partían de la base de la alfabetización y la entrega de conocimientos de cultura general y capacitación para el trabajo, se incluyen los conceptos de capacidades, habilidades y destrezas, ya que el conocimiento por sí solo no asegura la obtención de un buen empleo o la idoneidad para un cargo. Desde esta perspectiva el conocimiento en sus diversas vertientes va convirtiéndose en un capital para el desarrollo no sólo de los individuos que invierten en su educación, sino que va ligado al crecimiento y desarrollo de las naciones; de ahí su importancia hasta el día de hoy, siendo una pieza clave para las políticas públicas de los diferentes países que desean aumentar su desarrollo.
Autores como Brunner y Elacqua, sostienen que en este contexto, Chile debe reformular muchas de sus políticas públicas para que permitan el real desarrollo del país:
Las sociedades contemporáneas dependen del conocimiento y las destrezas de su población; es decir, su capital humano (…) Para los individuos representa una inversión en sus capacidades, las cuales al aumentar su productividad, incrementan también sus ingresos personales. Para las sociedades representa una fuente de bienestar social y económico, es el motor del crecimiento (Brunner, Elacqua, 2003, p.17).
En la medida que las sociedades se van sofisticando, las cualificaciones necesarias para acceder al mundo del trabajo son mayores, ya que existen también muchos profesionales. Es por esto que surge otro concepto asociado: el Capital Humano Avanzado, el cual se entiende como el conjunto de cualificaciones que poseen los individuos, que a través de un sistema formal, han podido desarrollar las competencias necesarias que los insertan de manera positiva en el mundo del empleo, pudiendo acceder a mejores oportunidades laborales, ya que poseen los conocimientos necesarios para enfrentar los desafios de la Sociedad del Conocimiento. En esta línea los educadores deben apuntar a obtener más herramientas que los harán más competentes en la formación de las nuevas generaciones, ya sean cursos de especialización, magísteres y doctorados.
Claudio Pizarro
Coordinador Área Lenguaje y Comunicación
[email protected]
Referencias Bibliográficas
Becker, G. (1983). El Capital Humano. Madrid: Alianza.
Diccionario de Teoría Económica. (1985). Madrid: Ediciones Piramide S.A.
Capital Humano Avanzado. (2008). Santiago: CONICYT.
Brunner, J., & Elacqua, G. (2003). Capital Humano en Chile. Santiago: Percade Ediciones.
Deane, P., & Kuper, J. (1992). Vocabulario Básico de Economía. Barcelona: Crítica.
Vizcarra C., J. L. (2007). Diccionario de Economía. Ciudad de México: Grupo Editorial Patria.
Schultz, T. (1961) “Investment in human capital” en American Economic Review, núm. 51, pp. 1-17.).