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Actualidad

¿Sabías qué la familia es el principal aliado de un educador, para mediar el proceso de aprendizaje?

Por María José Palmero B.

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Coordinadora Área Psicología

Resulta sumamente interesante la propuesta desarrollada en el artículo los procesos familiares como mediadores de la relación entre el contexto socioeconómico y los resultados cognitivos y educativos, desarrollado por Strasser, Mendive y Susperreguy (2012) en Mena, Lissi y Milicic (2012), en relación a la mediación que ejercen los adultos para favorecer el acceso a la cultura de los niños y niñas, sobre todo en la primera infancia. Es posible entender el contenido y la forma como los adultos dan acceso a los niños(as) a la cultura, como un tipo de currículum también, y la manera como favorecen este acceso, es denominada mediación. Lo interesante es que los sistemas más cercanos en los que se desarrollan los niños(as) – la familia y la escuela -, comparten este rol mediador en tanto la familia desarrolla una mediación intencionada y la escuela una intencionalidad pedagógica. En la mediación intencionada de la familia, los adultos a cargo otorgan un determinado sentido a cada interacción, criando a sus niños(as) con un propósito, mientras que en la intencionalidad pedagógica de los educadores, dicha mediación resulta de una actitud consciente de aprovechar cada interacción en virtud de la estimulación, el desarrollo y el aprendizaje.

Para analizar la calidad de la mediación y de las interacciones que se establece con los niños(as), el artículo presenta tres factores socioemocionales relevantes:

La responsividad se define como la capacidad de reaccionar contingente y adecuadamente a diversos aspectos de la conducta del niño(a), tales como sus vocalizaciones, su foco de atención, necesidad de apoyo cognitivo, estado mental y estado emocional, demostrando que esta capacidad contribuye al desarrollo cognitivo y del lenguaje.

La regulación de la atención es la manera como el adulto responde al foco de interés demostrando que los niños(as), cuyas madres tienden a mantener el foco de atención, presentan mayor vocabulario que aquellos cuyas madres tienden a redirigir frecuentemente la atención hacia otro objeto o situación.

La sensibilidad se entiende como la capacidad del adulto de percibir las situaciones desde el punto de vista de los niños(as), lo que repercute directamente en la relación de apego.

Las investigaciones han arrojado que estos factores socioemocionales pueden disminuir o aumentar el impacto de la estimulación sobre el desarrollo cognitivo y lingüístico, ya que la pertinencia y contingencia temporal de la estimulación con respecto a lo que el niño(a) está haciendo o viendo, es esencial para que dicha estimulación tenga efecto.

Tal como plantean las autoras, existe una estrecha relación entre el bienestar socioemocional de los niños(as) y su desarrollo cognitivo, lo que permite reflexionar sobre la tensión que se produce cuando las presiones socioeconómicas de sectores vulnerables favorecen ambientes estresantes, dificultando que los adultos a cargo desarrollen y desplieguen habilidades socioemocionales con los niños(as), generando ambientes poco estimulantes e inseguros, repercutiendo en su capacidad de aprendizaje.

Es desde este punto de vista cuando la escuela, -a pesar de ser la familia el primer sistema y contexto que media la interacción con la cultura con el niño(a)-, adquiere un rol psicoeducativo fundamental. De esta manera los educadores pueden aportar en la identificación de los factores socioemocionales asociados a las dificultades del aprendizaje de los niños(as) y contribuir a la educación de la familia para que los adultos a cargo desplieguen este tipo de habilidades, mediando de forma eficaz aquellos conocimientos pertinentes propios de la cultura en el aprendizaje y desarrollo de los niños(as). ¿ESTÁS DISPUESTO(A) A ASUMIR ESTE DESAFÍO?