Por Claudio Pizarro Esquivel
Coordinador Área de Lenguaje
Facultad de Educación
Sabías que están aceptadas por la Real Academia de la Lengua Española las palabras: murciégalo, crocodilo y toballa ¡así es! aunque a muchos ortodoxos de la lengua les parezca una aberración o muchos profesores piensan que jamás aceptarán esa forma de hablar o escribir.
Debemos comprender que lengua es considerada un organismo vivo que: nace, crece, se desarrolla y muere.
La lengua cumple su propósito cuando los hablantes se comunican y se entienden. La RAE comprende que el castellano muta y que sobre todo la variable diatópica hace que, en distintas regiones de las comunidades hispanoparlantes, ocurran fenómenos que se deben incorporar como modificaciones en el marco de referencia que es el diccionario.
Los lenguajes que se hablan actualmente en el mundo son el fruto de esa evolución lingüística, como el castellano, que como todas las lenguas romances, proviene del latín vulgar.
Cabe señalar que nuestra lengua tiene características intrínsecas, por ejemplo la tendencia antihiática; para nosotros es difícil pronunciar el hiato (cuando se juntan dos vocales abiertas) por lo que es natural que los hablantes digan Tiatro en vez de Teatro o Toballa en vez de toalla.
Como docentes debemos estar atentos a estos cambios por la prolijidad de nuestro trabajo con el lenguaje, entendiendo que el diccionario de la RAE irá captando estas variaciones y consignándolas en sus versiones a lo largo del tiempo.
Y para acostumbrarnos a estas variaciones un micro-relato, de mi autoría:
“Había una vez un murciégalo que se encontró con un murciélago, se miraron fijamente, se escudriñaron de ala a ala y de cabeza a cola…finalmente se dieron cuenta que eran iguales y que no se meterían con las rarezas de los seres humanos.”