Una de las reflexiones que debe orientar a toda educadora de párvulos es en torno a los elementos y fundamentos que enfocan las diferentes modalidades curriculares que han tenido lugar en la Educación Infantil a lo largo de la historia.
El currículo se entiende como “un eslabón que se sitúa entre la declaración de principios generales y su traducción operacional, entre la teoría educativa y la práctica pedagógica, entre la planificación y la acción, entre lo que se prescribe y lo que sucede realmente en las aulas” (Coll, 1995).
En este sentido, el currículo se concreta en el cómo, qué y cuándo enseñar y evaluar. Por lo tanto, da lugar para que una educadora pueda alinearse con la modalidad que le haga mayor sentido para el proceso de enseñanza y aprendizaje, o incluso poder desempeñarse en diferentes modalidades curriculares para llegar a crear una propia, en conjunto con la comunidad educativa, cuando se encuentre en el campo laboral como educadora profesional.
Bajo esta premisa, consideramos importante que nuestras alumnas en formación puedan conocer de qué manera se concretan en la práctica los Modelos Curriculares menos tradicionales y que se enfoquen en formas más personalizadas de entender la construcción de aprendizaje y la formación del ser.
Es por esto que en el marco de la reflexión y actualización de los Programas de Práctica, se quiso integrar un nuevo elemento a la Práctica I: vocación y función docente, que realizan alumnas de primer semestre de la carrera de Pedagogía en Educación de Párvulos. Para esto se afianzó una alianza con jardines infantiles de Modalidad Montessori, Reggio Emilia y High Scope, a partir de los cuales las estudiantes podrán cuestionar, enriquecer y fortalecer su vocación, acercándose a contextos concretos de educación infantil, y a la vez, reflexionando cómo el fundamento de diferentes modalidades se concreta en la práctica pedagógica chilena, mediante la construcción de un aprendizaje significativo desde la vivencia.
Ejemplos de lo anterior, son los Jardines Infantiles Rayhue (Montessori), Cantarena (Reggio Emilia) y La Calabaza (High Scope), con los que hemos estado trabajando conjuntamente en la formación de nuestras estudiantes durante este primer semestre de 2015.
El currículo Reggio Emilia, creado por Loris Malaguzzi (1920-1994) en Italia, apunta hacia una educación entendiendo al niño como un ser intelectual, emocional, social y moral, cuyas potencialidades son guiadas y cultivadas cuidadosamente:
“Hemos de producir situaciones en la que los niños aprendan por sí mismos, en la que puedan aprovecharse autónomamente de su propio conocimiento y recursos, y en la que gestionemos que la intervención del adulto sea la mínima posible. No queremos enseñar a los niños algo que puedan aprender por sí mismos. Lo que queremos es activar el deseo, la voluntad y el gran placer que proporciona el hecho de ser autores de su propio aprendizaje” (Malaguzzi, L.).
El segundo se enfoca en los pensamientos de María Montessori, cuyo fundamento pedagógico se basa en principios de libertad, actividad, independencia e individualidad:
“La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle” (Montessori. M).
Por último, la metodología High Scope se orienta desde el entendimiento del niño como un ser activo y el aprendizaje como:
“Aquel en que el niño, interactuando sobre los objetos e interactuando con personas, ideas y sucesos, construye nuevos entendimientos” (Weikart. D).
En el contexto de taller de práctica, las estudiantes han manifestado su interés por acercarse a dichas metodologías pedagógicas, denotando que ha sido una experiencia positiva y enriquecedora para fortalecer su vocación.
María Luisa Salazar
Coordinadora Prácticas
Pedagogía en Educación de Párvulos
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