Para poder contribuir a Chile con profesores de alto nivel y atraer a los mejores postulantes a las carreras de educación, deben existir condiciones mínimas garantizadas por la sociedad y el Estado: valoración de la profesión, una carrera docente atractiva, sueldos competitivos e incentivos económicos asociados a desempeños, junto a una oferta de educación continua que atienda apropiadamente los requerimientos de los profesores que se encuentran en sala.
En el país, durante los últimos años, se ha estado avanzando en esta materia. El actual proyecto de ley de Carrera Docente, responde a algunos de los puntos mencionados anteriormente. En concreto considera exigencias para ejercer en el sistema público, un sistema de desarrollo profesional y remuneraciones asociadas a niveles de desempeño, además de obligar que a los profesores se les asigne mayor tiempo para la preparación de sus clases.
Las experiencias internacionales exitosas en educación, donde a los directores y a los docentes se les reconoce como los profesionales con mayor influencia en el desarrollo de una sociedad, revelan que tiene alto impacto el reconocimiento de las carreras docentes como una opción profesional prestigiosa a la que acceden los mejores. En este sentido, el proyecto de ley establece tres objetivos claves:
Las estrategias vinculadas a estos dos propósitos, son coherentes con un sistema de evaluación de profesores de carácter mixto, y establecen tramos de desarrollo profesional con requisitos para poder ir avanzando (experiencia y examen). En cuanto a la formación inicial docente, las nuevas responsabilidades corresponden a instaurar un examen inicial de excelencia profesional, equivalente a INICIA, obligatorio para aquellos que quieran ejercer en el sector subvencionado, además de obtener el título de profesor de una carrera acreditada.
Todos estos lineamientos que emergen del sistema nacional macro, buscan entregar respuestas a las preguntas ¿Qué características y competencias debe tener el profesor ideal que practique una enseñanza de excelencia? ¿Cómo generar aprendizajes de calidad en los niños que habitan en una sociedad cada vez más compleja? Perrenoud (2001), realizó un ejercicio de reflexión frente a esta temática y elaboró una lista de cualidades que debieran poseer los profesores que se enfrentan a formar personas para una ciudadanía, en base a la construcción de competencias. Entre ellas mencionó: ser una persona creíble, intelectual, mediador intercultural, garante de la Ley, organizador de una pedagogía constructivista, creador de situaciones de aprendizaje y gestionador de la heterogeneidad.
Asimismo, Tirados (2007), afirmó que para ello “el docente ha de generar competencias didácticas, motivación y cierto compromiso profesional que le permitan desarrollar sus clases a través de metodologías participativas de enseñanza, que posibiliten vincular la teoría con la práctica profesional, en un contexto de diálogo, con el empleo de métodos y técnicas de evaluación que centren la atención en el estudiante como sujeto de aprendizaje” (p. 2). Es decir, no basta solamente con establecer bien los objetivos de un programa, con respetar los momentos de una clase o entender lo que es una escala de notas, sino con poseer un carisma especial, ser un comunicador y animador de un arte, con transmitir pasión y emoción por el oficio y por maravillarse todos los días con el desafío de tener el futuro de un país en sus manos.
Trinidad Ríos
Directora Carrera
Pedagogía en Educación Básica
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Referencias bibliográficas
Perrenoud, P. (2001). La formación de los docentes en el siglo XXI. Revista de Tecnología Educativa. XIV, n 3, p 503 – 523.
Tirados, R. M. G., & Maura, V. G. (2007). Diagnóstico de necesidades y estrategias de formación docente en las universidades. Revista Iberoamericana de Educación, 43(6), 6.