No hay bullicio, los alumnos caminan tranquilos a su sala, todos andan con zapatos cómodos o bien en calcetines, nadie se empuja, nadie alborota. Se respira un ambiente de tranquilidad y de trabajo. El profesor entra con sus alumnos y algunos se acomodan en sus escritorios, otros en asientos bajos y blandos, uno se queda de pie cerca de la ventana. El profesor no dice nada, que cada cual elija el lugar que le parece más cómodo. Hay un ambiente relajado y tolerante.
No pierde tiempo y comienza la clase. Coloca el libro, el mismo que todos los alumnos tienen consigo, y lo proyecta en el pizarrón utilizando un episcopio, de antiguo uso. Los alumnos utilizan un cuaderno austero, sin espiral, sin dibujos en su tapa. Esta es una clase de física en Finlandia para un curso de 11° grado, alumnos entre 16 y 17 años. El profesor no se sienta, es más, tiene un piso alto que no se ve cómodo.
Camina hasta el fondo de la sala e inicia su clase. Plantea cuatro problemas de física con cuatro alternativas de respuesta. Todas las respuestas son correctas, pero hay una que es la respuesta más completa. Todos los alumnos se ven concentrados. La clase se va transformando en un laboratorio, donde la enseñanza es indagatoria y reflexiva, el profesor los motiva a pensar y a involucrarse activamente en el problema planteado. Los desafía a responder: ¿Por qué elegiste esa respuesta? ¿Demuéstrame que la que señalas es la correcta? ¿Por qué no crees que la última alternativa es la correcta? A lo largo de la clase casi todos han participado y el profesor ha hecho anotaciones sobre esta participación. Dejó dos ejercicios más de tarea. Con muy pocas evaluaciones, el sistema finlandés espera que los alumnos aprendan a controlar su propio estado de aprendizaje.
Hay que mencionar que los alumnos no responden sin antes levantar la mano y esperan que el profesor les permita hacerlo, es una regla básica de convivencia en el aula. La otra regla es que al terminar la clase cada alumno se coloca al lado de su escritorio, y una vez dada la orden del profesor, van saliendo de la sala, por fila y en orden.
La clase duró 40 minutos, y con toda claridad la metodología en este nivel no habla de memorizaciones. Fue una resolución de problemas abierto donde se fomentó la participación, la búsqueda de respuestas en conjunto, el desarrollo de la creatividad y la experimentación, haciendo énfasis en que el enseñar no es solo una cuestión de transmitir información, sino que es más importante enseñar a pensar.
“Finlandia respeta profundamente los conocimientos, pero respeta aún más a los individuos que están en proceso de adquirirlos” (Esa Räty, Director del Colegio Niinivaara, en Joensuu, Finlandia. Mayo 2015).
Pilar Mery
Directora de Carrera
Programa de Formación Pedagógica
[email protected]