Coordinadas por la U. del Desarrollo, más de 40 instituciones públicas, privadas y académicas se reunieron el año pasado a discutir sobre los avances de la inclusión educativa en Chile. “Buscamos construir un diagnóstico común que nos permitiera tener resultados y así después poder plantear propuestas en esta línea”, comenta María José Domínguez, directora de la Red de Inclusión Educativa, de la Facultad de Educación UDD.
Divididos en ocho mesas de trabajo que se reunían una vez por mes, los convocados —entre ellos representantes de municipios, de organizaciones relacionadas con el síndrome de Down o de fundaciones centradas en niños con altas capacidades (aquellos que exhiben un potencial excepcional en áreas como el intelecto, la creatividad, el liderazgo o el rendimiento académico)— llegaron a la conclusión de que aunque el tema ha ganado espacio en el debate público y las reformas de los últimos años, su implementación efectiva sigue enfrentando obstáculos.
En específico, las distintas organizaciones identifican ocho nudos críticos, los que detallan en el informe “Redes que Transforman: Diagnóstico de la Inclusión Educativa en Chile”, dado a conocer hace pocos días.
Estas trabas son una débil institucionalidad inclusiva y un sistema fragmentado, normativas poco aplicables en contexto, liderazgos con escasa apropiación del enfoque inclusivo, falta de articulación entre sectores, carencia de personas y condiciones materiales adecuadas, brechas en la formación docente, invisibilización de grupos excluidos, así como una ausencia de la sistematización y escalamiento de buenas prácticas.