Señor Director:
En este contexto del cierre de universidades en EE.UU., en Chile, 26 universidades han cerrado en las últimas tres décadas, algunas de ellas por malas prácticas, pero otras asfixiadas por una regulación excesiva y poco flexible.
Actualmente, algunas de nuestras universidades ya están en mayor riesgo financiero por políticas como la gratuidad, el que aumentaría con el nuevo Sistema de Financiamiento de la Educación Superior (FES). Cuando el Estado se transforma en el principal sostén económico, reduciéndose la diversificación de ingresos, la viabilidad a largo plazo se ve comprometida.
Además, muchas de las regulaciones vigentes exigen incorporar infraestructura avanzada, contratar doctores como capital académico, invertir en infraestructura e innovar constantemente en docencia e investigación. Si bien estos estándares buscan elevar la calidad, implican un aumento significativo en los costos estructurales, difícil de sostener sin una política de financiamiento coherente.
El cierre de universidades afecta la formación de capital humano, frena la producción de conocimiento y debilita uno de los pilares de la democracia. Es necesario revisar las condiciones estructurales que las amenazan. Chile no necesita menos universidades, sino fortalecerlas con reglas claras y mayor autonomía.
Mauricio Bravo Rojas
Vicedecano Facultad de Educación UDD