Kiomi Matsumoto
Directora Formación Práctica
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Recientemente la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) publicó un estudio que presenta el análisis de fortalezas y debilidades de las carreras de pedagogía acreditadas por CNA entre los años 2016 y 2017, a partir de la información contenida en las resoluciones de acreditación de 84 carreras de pedagogía.
En este estudio, la formación práctica aparece entre las debilidades asociadas al criterio de Estructura curricular, detallando una serie de problemáticas e insuficiencias de los programas de pedagogía relacionados con este ámbito formativo. Entre las múltiples debilidades que se mencionan, podemos distinguir algunas categorías.
Sin duda las debilidades mencionadas son muy preocupantes, pues considerando las dos primeras categorías, inferimos una escasa actualización de los programas de pedagogía en nuestro país, en cuanto a orientar el proceso formativo, considerando que quienes se están formando como profesores requieren no sólo aprender a pensar como tal, sino también, actuar como uno de ellos y ser hábiles para comprender y responder a la multifacética naturaleza del aula, equilibrando múltiples objetivos académicos y sociales (Darling-Hammond 2006). Para esto es necesario que la formación práctica no quede recluida sólo a las experiencias de inmersión del estudiante en contextos educativos o “terreno”, sino que requiere estar entrelazada con los espacios propios del ámbito universitario, tomando mayor protagonismo en los distintos contextos de formación y permeando el plan de estudios, permitiendo así alcanzar el perfil de egreso hacia el final del proceso.
Por otra parte, las debilidades asociadas al acompañamiento nos hacen inferir que aún persiste la creencia de que el sólo hecho de ir a una escuela es suficiente experiencia formativa, y que todas esas experiencias (independiente de la calidad de las prácticas pedagógicas que observan) contribuyen a la formación de un profesor, desconociendo que el programa formativo no sólo debe ofrecer diversas posibilidades para que los profesores en formación desarrollen prácticas básicas de enseñanza, sino que también debe ofrecer amplias oportunidades de experimentación y retroalimentación (ver, por ejemplo, Grossman y McDonald, 2008); de igual manera, los profesores que acompañan los procesos de práctica, deben entregar retroalimentación precisa que permita identificar los aspectos necesarios a mejorar, las razones por las que es importante hacerlo y las distintas formas de alcanzarlo. La literatura señala que el tipo de retroalimentación entregada en estas instancias es crucial para generar cambios en los profesores novatos.
Finalmente, en cuanto a la relación con los centros de práctica, es necesario comprender que el vínculo entre la carrera y el Centro de Práctica debe permitir desarrollo recíproco. A la carrera, le permite contar con un establecimiento para que sus estudiantes puedan aprender “cómo enseñar” a partir de experiencias en contextos reales, analizando distintos modelos de enseñanza; asimismo, le permite conocer de modo más profundo el campo laboral de la carrera y sus demandas actuales, contar con información valiosa relativa al nivel de coherencia entre la formación entregada y el perfil de egreso e información relativa al nivel de progreso y aprendizaje de los estudiantes, procesos que se realizan en base a evaluaciones y encuestas. El Centro de Práctica por su parte, requiere fortalecer, de manera constante, la práctica en el aula de sus profesores. El vínculo con la carrera le permite contar primeramente con profesores en formación en sus salas de clases que pueden apoyar el proceso de enseñanza y aprendizaje de sus alumnos y acceder a información actualizada e instancias formativas ofrecidas por la carrera como posibilidad de seguir perfeccionándose y, con ellos, fortalecer su trabajo.
La revisión del estudio de la CNA, ha permitido al Área de Formación Práctica de la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo, revisar los procesos que ha venido instalando desde el año 2016 (Modelo de Formación Práctica para todas las carreras de la Facultad; articulación de los Principios y la metodología de práctica en los distintos cursos de las carreras; selección, formación y evaluación de tutores de práctica; acompañamiento y retroalimentación a los estudiantes en sus experiencias prácticas en la Universidad y en el terreno; acciones de vinculación con centros de práctica; entre otros), de manera de realizar un mejoramiento continuo a las acciones formativas y asegurar el alcance de los perfiles de egreso comprometidos.
Nuestro país demanda aumentar la calidad de los aprendizajes de nuestros niños y jóvenes. Requerimos por tanto profesores altamente preparados para la enseñanza. La Formación práctica debe considerarse seriamente, diseñando un trayecto formativo en el que ésta se entrelace y articule con el resto de las actividades del programa, resguardando la calidad del acompañamiento a los profesores en formación, aumentando las oportunidades de retroalimentación y estrechando el vínculo con los establecimientos educacionales.